Siempre existe una forma concreta y propia de mirar, tanto al mundo, como a esas escenas diarias que nos rodean, pero y si colocamos un filtro, de esos que se llevan ahora, pero no de belleza, si no de comedia, de teatro, uno que deforme, o no, un poco la realidad… ¿No nos sorprendería o nos encontraríamos con una sonrisa, una mueca o directamente con una carcajada al ver el mundo absurdo, ridículo, extraño y tremendamente cómico, pero espantosamente cotidiano en el que vivimos?
Qué pasaría si uno no supiese para dónde va la fila en la que está, si se sintiese influencer gracias a los jumpings jacks y al reggaetón, si hubiese hiperdesarrollado a su perro y ahora tuviese miedo, si quisiese “tirar la caña” desde su balcón entre aplausitos, si descubriese que la harina no es tan sexy como en “el cartero siempre llama dos veces” o si se hubiese enganchado al gel hidroalcohólico…
Historias del hoy, sí del hoy, que pensamos, que soñamos, que nos pasaron, que nos imaginamos que pasaron, que soñamos que pasaron; en fin, historias, nuevas historias del hoy. Para reírse, solo eso… o, tal vez, para descubrirnos un poco más, quien sabe.
Queríamos realizar un espectáculo, que recordase lo que significan las risas compartidas; las sonrisas, aunque sean debajo de las mascarillas; y las carcajadas, ya que estamos convencidos de que un trocito de… ¿cosa? -conozco 17 variedades de tipos de mascarillas, pero no sé de que están hechas ninguno- ni las detiene, ni las opaca, sino que las potencia.
Escenas de la vida cotidiana, pero de la nueva vida cotidiana. Riámonos que, dicen los expertos -alguno de los diez mil que últimamente nos vienen a visitar para hablar de todo- que es fuente de salud. ;)