A sus 87 años, Alfonso Sánchez Molleda (Oviedo, 1932) ha hecho de cura, de galán, de enterrador y de casi una veintena de personajes, y aún recuerda con emoción el día en que un espectador entró en su camerino del teatro Jovellanos de Gijón y le felicitó por su actuación en "El tragaluz", de Buero Vallejo. Sus más tres décadas de dedicación a la compañía gijonesa "Trama" fueron reconocidas en los premios de teatro aficionado "Ciudad de Oviedo", donde recibió el homenaje especial de los grupos.
La vida de Molleda daría para un libro. Ha vivido en Irlanda, Inglaterra, Alemania, Francia e Italia, habla cinco idiomas y tiene tres hijos, uno francés, uno inglés y otro español, todos ellos con la misma mujer, una francesa a la que conoció hace sesenta años en Londres y con la que ya no comparte la vida. Tiene dos nietos: uno cubano y una africana.
"La gente nunca me cree. Creen que me lo invento, pero he tenido una vida inusual", afirma este ovetense de Latores. De muy joven ingresó en el Seminario en Lugo, donde estuvo un año. Más tarde se metió a marino de guerra y vivió en el Sahara. Unos años después, se dedicó a viajar por Europa y aprender idiomas. "Me fui porque me hacía ilusión saber inglés o francés, y eso aquí no podía aprenderlo bien", recuerda. De vuelta en Gijón trabajó veintidós años como recepcionista de un conocido hotel del centro, además de colaborar con la Policía, a la que servía como traductor.
Desde hace cuarenta años vive en la parroquia gijonesa de Granda, donde entró en contacto con la compañía teatral "Trama", que por aquel entonces empezaba su andadura. "Fue Elena Castro (la directora) la que me llamó", relata el ovetense. Desde entonces nunca ha fallado a los ensayos ni se ha perdido ninguna obra. "Había que colaborar, y todos los años me engañaban para hacer algo", reconoce entre risas.
Pensar como un cura
De su versatilidad y destreza sobre el escenario da fe la directora de "Trama", Elena Castro, con una anécdota que ocurrió durante una función de "La herida luminosa", de Josep Maria Sagarra, en la que el veterano interpretaba a un sacerdote. "Recuerdo que, al terminar la obra, escuché que un espectador le preguntaba a otro: ´¿Cómo el cura de Granda se prestaría a hacer este papel?´, pensando que Molleda era cura de verdad".
Éste es el método de Molleda: "Cuando estoy en el escenario simplemente pienso que esa situación ocurre de verdad. Si hago de cura, pues pienso como un cura y, si hago de ladrón, pues de ladrón". Otro de sus trucos es "no mirar al público y entrar con naturalidad". "Ponerse nervioso no sirve de nada", afirma.
Además del teatro, Molleda, que para sus vecinos de Granda es desde hace años "El francés", es fruticultor y dedica el tiempo al cuidado de los seiscientos manzanos de su finca. Sigue viajando mucho y, cuando puede, visita a sus hijos en el extranjero. La semana pasada recibió con emoción el homenaje del teatro asturiano, si bien reconoce: "Alguien más joven que él lo disfrutaría más".
Cuarenta años en obras
Molleda es parte sustancial de "Trama", que lleva cuarenta años sin fallar a su cita con las tablas. La compañía, cuya trayectoria fue reconocida este lunes con cuatro galardones en los premios de teatro amateur "Ciudad de Oviedo", nació en 1979 en el seno de la asociación vecinal de Granda, Gijón, de la mano de Elena Castro, su directora desde entonces. "Nunca hemos dejado de ensayar. Nos reunimos todas las semanas dos veces", explica Castro, a la que los quehaceres diarios o la rutina nunca la han apartado del escenario. "El teatro es un gusano que se te mete por dentro y te engancha", señala.
(Fuente: LNE)